Teresa Toda y Juncosa nació en Riudecanyes (Tarragona) el 19 de agosto de 1826, en el seno de una familia campesina medianamente acomodada.
El 7 de julio de 1847 contrajo matrimonio con el joven de Riudecanyes Antonio Guasch Doménech. Pero la armonía conyugal duró sólo tres meses. Antonio, el esposo, se entregó a la ociosidad y a toda clase de vicios y Teresa tuvo que soportar por su causa, toda suerte de humillaciones y malos tratos.
Ni siquiera con el nacimiento de su hija Teresita, el 28 de mayo de 1848, depone Antonio su actitud. Esta obstinación en el trato injurioso a su joven esposa hacen que Teresa Toda tome una determinación insólita y sorprendente en aquel contexto histórico: iniciar el proceso de separación matrimonial ante los tribunales eclesiásticos. El 5 de agosto de 1848 se le concede la separación interina de la casa y compañía de su marido por el término de tres meses durante los cuales debería poner la causa de divorcio en estado de sentencia.
Antonio, enrolado en las filas carlistas, desaparece y nunca se supo su paradero. También Teresa Toda abandona su pueblo natal y marcha con su hija a la ciudad de Tarragona.
Alejada de su doloroso pasado, Teresa se dedicó a la vida de piedad, a las obras de misericordia y a la esmerada formación de su hija, orientada por el Dr. José Caixal y Estradé, Canónigo de la Catedral de Tarragona y después Obispo de Seo de Urgel. Teresa iba descubriendo en los acontecimientos de su vida la llamada del Señor a consagrarse a Él en la vida religiosa, y a acoger y educar niñas, preferentemente huérfanas pobres. Para este fin proyectaba la fundación de una Congregación religiosa que se dedicase a esta misión.
Teresa Guasch, su hija, conoció el proyecto de su madre y se adhirió a él decididamente. Aconsejadas por el Obispo Caixal, en 1868 se trasladaron a Barcelona, y allí, no sin cierta oposición, por parte de la autoridad eclesiástica, con otras dos compañeras, Dolores Cotó y Catalina Pera, fueron al fin autorizadas a vestir el hábito religioso, dentro de casa, y a formar la primera comunidad de Hermanas Carmelitas Teresas de San José, el 22 de febrero de 1878. Era el primer ensayo de vida religiosa de la naciente Congregación.
El 16 de septiembre de 1883, ya aprobadas las primeras Constituciones, hacía la Profesión religiosa, junto con su hija y otras tres jóvenes que se les unieron.
En 1885 lograron las Fundadoras establecerse en casa propia y más adelante extender su misión benéfica con la fundación de otras dos casas en Barcelona y seis en la provincia de Tarragona: Catllar, Reus, El Morell, Garidells, Vallmoll y La Masó.
La Madre Teresa pasó los siete últimos siete años de su vida muy enferma y casi inválida. El 29 de marzo de 1893 hizo su testamento, en el que refleja sus mejores sentimientos y los ideales que inspiraron su vida y su obra. Sobre todo, su celo ardiente por la gloria de Dios y una tierna caridad hacia su prójimo, especialmente hacia las huérfanas a las que personalmente prodigó cuidados maternales.
Fue un modelo de paciencia durante su larga enfermedad. Falleció santamente el 30 de julio de 1898, a los 72 años de e dad, exhortando a sus religiosas a la observancia de las Constituciones y al sacrificio por las obras de Dios a las que se había consagrado. Dejó en el Instituto huellas de verdadera virtud.
Teresa Guasch
Nace en Riudecanyes el 28 de mayo de 1848 y es bautizada al día siguiente en la parroquia de su pueblo natal.
El 8 de julio, Antonio Guasch, su padre, que ya estaba fuera del hogar, arrebató violentamente de los brazos de su esposa a su hija Teresita y huyó con ella, con peligro para la vida de la pequeña. La niña fue recuperada por la abuela materna, Magdalena ayudada de otros hombres del pueblo que corrieron tras Antonio.
El 8 de agosto de 1848, Teresa Toda, la presenta al Sr. Arzobispo de Tarragona, para que le administre el Sacramento de la Confirmación. Desde finales de ese año Teresita ya vivirá en Tarragona, con su madre, su abuela y sus tíos. En 1853, Teresita es matriculada en el Colegio de la Compañía de María. Teresa Toda quería una esmerada educación para su hija, sobre todo una formación bien asentada en los principios y valores cristianos, y que ella misma, en el seno familiar, procuraba inculcarle.
Y así juntas, madre e hija, se van convirtiendo en tierra abonada y preparada para recibir y acoger la llamada de Dios.
En 1863, su madre le confía a su hija su deseo de consagrarse a Dios, fundando un Instituto religioso para la acogida y educación de niñas huérfanas. Teresa Toda ayuda a su hija a leer el paso de Dios por sus vidas y su designio amoroso y providente sobre ellas. Teresa Guasch, que había pensado en ingresar en otras Congregaciones, acogió plenamente el proyecto de su madre y se identificó con él. Desde este momentos las dos TERESAS, madre e hija, en perfecta unión y armonía, sólo tienen una meta: Consagrar su vida a Dios y fundar una Congregación al servicio de las huérfanas, preferentemente. Aconsejadas por el Dr. Caixal, Canónigo de la Catedral de Tarragona y director espiritual de la madre, van preparando y disponiendo todo en silencio, salvando muchas dificultades, y no perdiendo nunca su fe inquebrantable en Dios.
En 1868, aconsejadas por el ya Obispo Caixal, se establecen en Barcelona. Sin embargo, no eran aquellos los tiempos propicios para fundar una Congregación religiosa en beneficio de las huérfanas, y pasarán años de silencio y plegaria, intentando cimentar sólidamente su obra.
En 1874, y en nueva entrevista con el Obispo Caixal, éste les urge a poner por obra la fundación. Realmente, una obra como la que ellas se proponían, de tal envergadura, y con los precarios medios de que disponían, necesitaba de la energía de aquel indomable prelado, del carácter decidido de Teresa Toda y del amor poderoso de Teresa Guasch.
En 1883, aprobadas por el Vicario Capitular del Obispado de Barcelona las primeras Constituciones del Instituto, junto con su madre, y otras tres compañeras, Catalina Pera, María Vallés y Rosa Capdevilla, Teresa Guasch hace su Profesión religiosa.
Teresa Guasch será la que encarnando mejor que nadie el ideal de su madre, se convierta ella misma en la inspiradora, la pedagoga y el alma de la Congregación. Primero en vida de su madre, y luego como continuadora de su obra. Ella está en todo: en la fundación de las casas, en la fijación de las leyes, etc.
En 1898, tras la muerte de su madre, es elegida Superiora General de la Congregación, cargo que desempeñó hasta su muerte. En 1902 ella obtuvo la aprobación diocesana definitiva y en 1911 el Decreto de Alabanza y la aprobación definitiva del Instituto.
Siguieron otras fundaciones: 1902, Roda de Bará; 1906, Sabadell; y 1916, Tarragona, la última fundación de nuestras Fundadoras. En 1912 la aquejó una grave enfermedad lo cual no será obstáculo para que continúe, con tesón y constancia al frente de su obra. Pero la enfermedad va minando su organismo y ella que siempre trabajó infatigablemente, multiplicó su actividad en los últimos días porque ya presentía su fin próximo.
La M. Teresa Guasch gozaba de la admiración, amor y respeto no sólo de las hermanas de su Congregación, sino también de cuantos la conocían y se relacionaban con ella. Muchos la describieron como una mujer de extraordinaria calidad humana y espiritual.
Su profunda experiencia de Dios la ayudó a asumir con paciencia las contrariedades y dificultades de los últimos días de su vida, producto no sólo de su enfermedad sino también de algunas situaciones dolorosas dentro del mismo Instituto al que tanto amaba y por el que luchó con todas sus fuerzas desde el principio de su fundación.
El día 15 de diciembre, sábado, entre las 11 y las 12 de la noche entregó su alma a Dios. La fama de santidad que tuvo cuando vivió, se confirmó y fue aumentando después de su muerte. Muchas personas se vienen encomendando a ella, y según aseguran, obtienen gracias por su intercesión.
Estas son las dos Teresas, Fundadoras, ambas, de la Congregación. Su itinerario espiritual no se puede separar. La madre es la que tiene la intuición, la que recibe, primero, el carisma, la hija, acogiéndolo y haciéndolo suyo, lo impulsa lo dinamiza, lo potencia, lo lleva adelante.
El día 19 de abril de 2004, se promulgó en Roma el Decreto por el que la Iglesia reconoce oficialmente la heroicidad de sus virtudes y fue declarada «Venerable».